Los orígenes de la literatura fantástica mexicana

Abstract

Como parte de las actividades del programa Quédate en casa de la Biblioteca Nacional de México, y continuando con la línea de Charlas virtuales Ratones de Biblioteca lll, el doctor Sergio Hernández Roura, investigador en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas, dirigió la doceava emisión bajo el título “Los orígenes de la literatura fantástica mexicana”. Con esta charla, Hernández Roura desentrañó los orígenes de la literatura fantástica en México dando cuenta de esto como un proceso que se gestó a lo largo de varios años y en varios países, cuestión por la que se aparece como una idea compleja y vasta en su estudio. Para dar cuenta de esto, ofreció una extensa revisión histórica de la literatura fantástica de mano de Theodor Hoffmann, uno de sus máximos exponentes que se interesaría por traer el mundo de los sucesos extraordinarios a ambientes familiares y cotidianos en contraposición con algunos autores del romanticismo alemán y de la novela gótica. Destacó que es interesante pensar este género por las múltiples influencias extranjeras que lo conformaron a pesar de haber nacido en la Alemania del siglo XIX y, apuntó que, las literaturas no se desarrollan ajenas y aisladas de lo que acontece en otras latitudes, hecho que facilita hallar y comprender su influencia en México. Respecto a nuestra nación propiamente dicha, Hernández Roura enfatizó que este género llegó tarde, cerca de los años cuarenta del siglo XIX. Esto se debió, dijo, tanto a problemas extranjeros como nacionales. Sin embargo, y pese a las marcadas diferencias culturales, poco a poco este género comenzó a abrirse paso en el imaginario mexicano de la mano de los textos de Hoffman. A medida que se popularizó el género y la influencia de Hoffman alcanzó a varios autores, el investigador nombró algunas de las obras importantes mexicanas dentro de las que se incluyen: Amor de niño, de Rafael Delgado; El vampiro de Alejandro Cuevas; y Fiebre amarilla, de Justo Sierra. Para concluir, Roura acertó a decir que no sería hasta el periodo de la República Restaurada en que se normalizará la literatura fantástica en el país incluyendo ya no sólo a Hoffman sino a otros autores, como Edgar Allan Poe.

Como parte de las actividades del programa Quédate en casa de la Biblioteca Nacional de México, y continuando con la línea de Charlas virtuales Ratones de Biblioteca lll, el doctor Sergio Hernández Roura, investigador en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas, participó en la emisión titulada “Los orígenes de la literatura fantástica mexicana”. Con esta charla, Hernández Roura desentrañó los orígenes de la literatura fantástica en México dando cuenta de esto como un proceso que se gestó a lo largo de varios años y en varios países, cuestión por la que se aparece como una idea compleja y vasta en su estudio. Para dar cuenta de esto, ofreció una extensa revisión histórica de la literatura fantástica de mano de Theodor Hoffmann, uno de sus máximos exponentes que se interesaría por traer el mundo de los sucesos extraordinarios a ambientes familiares y cotidianos en contraposición con algunos autores del romanticismo alemán y de la novela gótica. Destacó que es interesante pensar este género por las múltiples influencias extranjeras que lo conformaron a pesar de haber nacido en la Alemania del siglo XIX y, apuntó que, las literaturas no se desarrollan ajenas y aisladas de lo que acontece en otras latitudes, hecho que facilita hallar y comprender su influencia en México. Respecto a nuestra nación propiamente dicha, Hernández Roura enfatizó que este género llegó tarde, cerca de los años cuarenta del siglo XIX. Esto se debió, dijo, tanto a problemas extranjeros como nacionales. Sin embargo, y pese a las marcadas diferencias culturales, poco a poco este género comenzó a abrirse paso en el imaginario mexicano de la mano de los textos de Hoffman. A medida que se popularizó el género y la influencia de Hoffman alcanzó a varios autores, el investigador nombró algunas de las obras importantes mexicanas dentro de las que se incluyen: "Amor de niño", de Rafael Delgado; "El vampiro" de Alejandro Cuevas; y "Fiebre amarilla", de Justo Sierra. Para concluir, Roura acertó a decir que no sería hasta el periodo de la República Restaurada en que se normalizará la literatura fantástica en el país incluyendo ya no sólo a Hoffman sino a otros autores, como Edgar Allan Poe.